Junio: Mes del Sagrado Corazón
En el mes de junio se festeja el Día del Sagrado Corazón y por tanto todo el mes está dedicado especialmente a Él. Es para nosotros, los Corazonistas, y para toda la Iglesia un mes muy especial. Para nosotros… “El Corazón de Jesús encierra y manifiesta el infinito amor con el que Dios ha marcado toda la historia de los hombres. Expresa también el ardiente amor divino y humano que Jesús puso de manifiesto en su encarnación, hasta el punto de dar su vida para que todos llegáramos a ser hijos del Padre” (Regla de Vida 113).
La devoción al Sagrado Corazón tuvo su origen en una corriente mística centrada en la persona de Jesucristo y en su muerte en la cruz, que concebía el corazón como centro vital y expresión de su entrega y amor total. En tal sentido, la devoción al Sagrado Corazón refiere en particular a los sentimientos de Jesús, y en especial a su amor por la humanidad, según lo resume el Evangelio de Juan: “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”(Jn 13, 1). Quienes amamos al Corazón de Jesús queremos tener, en palabras de San, “los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Filipenses 2, 5).
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de Iglesia, aunque con ese nombre su origen es medieval, siendo los escritos de santa Matilde de Hackeborn, santa Gertrudis de Helfta y santa Ángela de Foligno los testimonios más antiguos. Sin embargo, la fuente más importante de la devoción, en la forma en que la conocemos actualmente, es santa Margarita María Alacoque de la Orden de la Visitación de Santa María, a quien Jesús se le apareció el 27 de diciembre de 1673 y le realizó las siguientes promesas a quienes veneraran su Corazón:
Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
Les daré paz a sus familias.
Las consolaré en todas sus penas.
Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
Las almas tibias se volverán fervorosas.
Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.
El confesor de santa Margarita María Alacoque, san Claudio de la Colombière, creyó en las revelaciones místicas que ella recibía y propagó la devoción. Luego los jesuitas extendieron su culto por el mundo a través de los miembros de la Compañía. Los libros de los jesuitas Juan Croisset y José de Gallifet fueron fundamentales para esta difusión.
A comienzos del siglo XIX en Francia esta devoción era muy popular, unida al culto al Inmaculado Corazón de María. Tanto es así que el Padre Andrés Coindre le puso originalmente a todas sus congregaciones (de hermanos, de hermanas y de sacerdotes) el título “de los Sagrados Corazones de Jesús y de María”.
La celebración del Sagrado Corazón de Jesús tiene rango de solemnidad y se festeja el viernes posterior al II domingo de Pentecostés. Todo el mes de junio está dedicado al Corazón de Cristo.