Oramos con el Corazón de Cristo - Agosto
Celebración para el primer viernes del mes: CORAZÓN MISERICORDIOSO DE JESÚS
1. Introducción
Donde Jesús se manifiesta más misericordioso, como un torrente infinito de misericordia, es en lo alto de la cruz. La fuente de la misericordia está en su Corazón abierto por la lanza. Jesús se hace misericordia al poner su Corazón divino dentro de nuestras miserias. Es un amor callado, silencioso, gozoso y libre. Jesús era feliz perdonando, sanando, curando, y nos enseña el camino para que también lo seamos ejerciendo la misericordia en nuestra vida.
2. Salmo
R/¡Bendecid al Señor, porque la misericordia os envuelve!
Alabad al Señor, los que sufrís en silencio,
y ofrecéis vuestro dolor como perfumado incienso. R/
Alabad al Señor, los que lucháis por la justicia,
y entregáis por amor, vuestra vida como primicia. R/
Alabad al Señor, los que ayudáis al hermano,
y trabajáis con tesón por un mundo más humano. R/
Alabad al Señor los sencillos de corazón,
que propiciáis en silencio el nacimiento del amor. R/
Alabad al Señor los pequeños y los pobres,
que preparáis como en sueño la liberación de los hombres. R/
Alabad al Señor, cantadle, hijos de los hombres.
Grande es el Señor, merece toda alabanza.
¡Bendecid al Señor! ¡Ensalzad su nombre
mientras camináis en silencio! Que no quedaréis sin paga
en medio de este desierto R/
3. Lectura de la Palabra
La bienaventuranza “Dichosos los misericordiosos porque alcanzarán misericordia” se hace experiencia vivida en la parábola del “Buen Samaritano”: Lucas 10,25-37
Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?». Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». Él le respondió:«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida».
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?». Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera».
4. Momentos de reflexión y oración
Padre, hoy se me ha acercado un maestro de la ley, más o menos de mi edad, que me ha hecho la pregunta tan repetida sobre el primero y más importante de los mandamientos. Quizás lo haya hecho para ponerme a prueba pero he aprovechado la ocasión para llegar hasta lo profundo de su corazón. Para comenzar he utilizado una estratagema: he hecho que él mismo respondiera a la pregunta formulada. Y claro, como buen conocedor de la ley y sintiéndose halagado porque yo le preguntara, ha dicho: Amarás a tu Dios con todo tu corazón; amarás al prójimo como a ti mismo. Una respuesta perfecta, pero una respuesta de libro. Por eso le he invitado a que tradujera el mandamiento en su vida. Al ver que había caído en su propia trampa ha intentando evadirse haciendo otra pregunta que, aunque pareciera lo contrario, era tan teórica como la anterior: ¿Quién es mi prójimo? Él quizás se esperaba una lección de teología y yo le he respondido con una sencilla parábola; el quería ideas para enriquecer sus conocimientos y yo he querido que se enfrentara a su propia vida; él preguntaba sobre quién era su prójimo y yo le he invitado a preguntarse con qué personaje de la parábola se identificaba y sobre cuándo él estaba actuando como verdadero prójimo.
Cuando se ha marchado le he visto que había perdido su seguridad y autosuficiencia. ¿Encontrará el camino de la misericordia?
5. Preces
Rezamos por las intenciones del apostolado de la oración en este mes.
Rezamos por los enfermos y por los que están pasando dificultades en su vida (nombrarlos).
Rezamos por las vocaciones en la Iglesia, especialmente las corazonistas, y por la fidelidad a nuestra propia vocación.
Otras intenciones…
6. Letanías del Sagrado Corazón
Estamos ante ti, Corazón traspasado por amor.
Tenemos las manos abiertas para acoger tus misericordias.
Gracias, Corazón de Jesús, por haber lavado nuestras culpas,
por haber sanado nuestras heridas en el manantial que brota de tu corazón.
Enséñanos a ser misericordioso, con el hermano que está agobiado;
a ser “buen samaritano” con cada persona que encuentre herida en mi camino.
Me sumerjo, Jesús, en la sangre de tu Corazón misericordioso
y espero que, donde abundó el pecado sobreabunde la gracia. Amén.