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Visita fraterna del Consejo General

En el mes de octubre recibimos la visita de los Hermanos Denis Plourde y Stéphane Léon Sané, miembros del Consejo General. Una parte esencial en su misión es visitar a los Hermanos y a las obras Corazonistas de los diversos países para alentarnos y orientarnos en nuestro camino. A está tarea le dedican unos 9 meses al año y el resto del tiempo se reúnen en Roma con el Superior General y los demás Consejeros Generales, para tomar las decisiones necesarias para todo el Instituto.

El Hno. Denis Plourde nos deja su testimonio luego de este mes compartido:

Es tiempo de emprender un nuevo viaje e ir al encuentro de hermanos de otras entidades. El 1º de noviembre terminaremos nuestra visita fraterna a la Provincia: el Hermano Stéphane viajará hacia Madagascar, mientras que yo iré a Perú para la reunión de la CALE.

Haciendo una breve evaluación de nuestra visita, diríamos que fue altamente fraterna y que sus experiencias valiosas en la misión de la educación de los niños y jóvenes nos marcaron. Vimos a hermanos serenos e intrínsecamente religiosos, específicamente por su fidelidad a la llamada recibida de Dios, por sus relaciones sencillos entre ustedes, por su influencia positiva con alumnos y docentes y por su respeto de las decisiones asumidas conjuntamente.

Recalcamos otras fortalezas como: su participación en las actividades de pastoral (en muchos grupos distintos y varios servicios), su implicación en la tarea de promover el carisma de fundación dentro de sus actividades, su predisposición en delegar a los colaboradores nuevos e importantes roles dentro de sus establecimientos y su gozo a la hora de hablar del Padre Coindre y del Hno. Policarpo a los niños y jóvenes.

Les decíamos que la Ordenanza del Capítulo General quiere que vivan con un corazón “ardiendo”, como aquel de los discípulos de Emaús. No meramente por lo experimentado en otros tiempos, sino por su capacidad de caminar hoy en una vida religiosa interpelante. En sí la llamada es sencilla: redescubrir la profundidad de la vida fraterna, que es la impronta de nuestra vida, pidiendo que sea ella la que nos lleve incesantemente a entrar en relación, a caminar con quienes nos rodean, para que cada uno llegue a ser esa persona que el Señor pide: ¡un hermano para todos! (Cfr. Cuaderno del Capítulo general, página 21).

¡Gracias!, estamos infinitamente agradecidos por su acogida y porque, durante toda la visita, nos sentimos “en familia”.

¡Qué el Sagrado Corazón siga bendiciéndolos y les permita soñar un futuro prometedor!

Su hermano, Denis Plourde

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