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Testimonios de la Misión Cor Jesu 2020 (II)

Esta fue mi segunda misión, sin embargo, no sabía qué me iba a deparar este año porque era un nuevo lugar de convivencia y cada misión es distinta. Por otro lado, ya sabía de qué se trataba y cómo iban a ser los diez días allá. Estos se pueden describir no en horarios, sino en “momentos”, que son también los tres pilares de la misión: fraternidad, espiritualidad y misión.

La fraternidad es la convivencia del grupo. Este año me tocó estar en Villa Cacique y nos alojamos en un colegio secundario. El espacio era grande, pero siempre estaba lleno de alegría, más allá de algún que otro mal entendido o las caras de cansancio. En el día a día de la comunidad, aprendimos que amar no es sólo estar siempre con una sonrisa, es también renunciar a una siesta para ayudar a un hermano con una tarea, escuchar al otro que tiene un problema o respetar su silencio, si no quiere hablar. En la fraternidad se da el primer espacio de misión, porque con estos gestos diarios ya nos estamos enriqueciendo y preparando para llevarla hacia afuera.

Durante la misión tenemos varios espacios en el día para desarrollar la espiritualidad en comunidad y personalmente. Las oraciones de la mañana, de la noche y el Rosario son en comunidad, con un formato similar diariamente. En lo personal, antes de cada visita leemos la reflexión del Evangelio del día y lo meditamos. Con el pasar de los días, fuimos cambiando nosotros y abriéndonos más al grupo: en las últimas cuatro noches se dieron oraciones largas y muy profundas, en las que se hizo presente Jesús en cada uno de los misioneros. Fue en esos momentos cuando nos sentimos más comunidad.

El último pilar, pero no menos importante, es la misión con las familias de Villa Cacique. Esto abarca las visitas por la mañana y las catequesis a la tarde. Con mi compañero tuvimos la gracia de ser recibidos en varios hogares donde nos abrieron las puertas de su vida, contándonos sus problemas, sus frustraciones, sus alegrías, todo. Estos testimonios de gente que perdió mucho o dedica su vida a ayudar a un ser amado que ya no puede estar solo, nos tocaron profundamente y siento que nos llevamos más nosotros de lo que en realidad pudimos dar.

En las catequesis se pudieron ver los frutos de la misión pasada y continuamos estos encuentros con muchos de los chicos que estaban hace un año. Verlos aprender y descubrir a Jesús es algo hermoso. Después de las catequesis se realizaba la Celebración de la Palabra o la Misa, con la cual, en cierta forma, cerrábamos el de día de misión.

“Ir a misionar y volver misionado”, es algo que se escuchó mucho entre los misioneros. Ahora lo único que nos queda es dar gracias a Dios por lo vivido en estos diez días y continuar la misión dónde nos toca a cada uno: en nuestras casas, trabajos, facultad o colegio. Porque la misión es durante todo el año.

Luciana Iglesias, Temperley (misionera en Villa Cacique)

Cuando nos preguntan “¿qué es la Misión Cor Jesu para vos?”, nos llegan muchos recuerdos al corazón, por eso queremos contarles todo lo que significa para nosotros. Somos dos jóvenes que tuvimos la posibilidad de compartir estos tres últimos años en San Eduardo, un pueblo rural situado a 15km de Venado Tuerto. Trabajamos por un objetivo en común: hacer conocer el amor de Dios sembrando esperanza.

Jesús, al igual que llamó a sus doce apóstoles, nos llamó a nosotros, un grupo de aproximadamente veinticinco jóvenes, para transmitir su amor. En verdad no somos simplemente un grupo, sino que en estos tres años logramos encontrar el sentimiento de comunidad. Una comunidad formada por nosotros, los jóvenes, por nuestro Hermano asesor, Roberto De Luca, por la comunidad Corazonista que nos envía y por el Sagrado Corazón de Jesús, que es nuestro centro.

Conscientes de nuestras carencias, pero haciendo énfasis en nuestros dones, nos unimos en estos días de misión. Nos hicimos uno para darle la posibilidad a todo San Eduardo de conocer a un Jesús vivo. Nos preparamos durante todo el año a través de reuniones, tanto de formación como de organización, pero, más allá de lo previsto en el año y de todos los preparativos, durante la misión el Espíritu Santo se hace presente y moldea los corazones a su manera. Es en ese momento cuando logramos reconocernos simples instrumentos de Dios.

Todo empezó en enero de 2018, cuando viajamos y conocimos por primera vez el pueblo, sin saber mucho con qué nos íbamos a encontrar; lo cual era recíproco ya que ellos tampoco entendían muy bien cuál era nuestra función. Esto se notó en la primera catequesis… cuando sólo se acercaron tres niños. A pesar de que en ese momento nos sentimos algo frustrados, las palabras del Hno. Roberto nos animaron y nos generaron esperanza. Además, nos hizo darnos cuenta de algo: teníamos el corazón abierto a lo desconocido. Con el pasar de los años podemos ver cómo Dios se hace presente, ya que en la última catequesis del tercer año nos encontramos con sonrisas, unión y corazones convertidos.

Después de haber recorrido todo este camino, si ahora nos preguntan “¿qué es la Misión Cor Jesu para vos?”, nos pasan estas palabras por el corazón:

“Esperanza, ese soñar a contramano. Esperanza, aunque te hieran de costado, es ver a Dios en todos lados”.

Juan Todarello y Ana Clara Vidaurreta, Venado Tuerto (misioneros en San Eduardo)

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