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El árbol de nuestra vocación

Compartimos una reflexión del Hno. Javier Lázaro, superior provincial, en base a una reflexión realizada por todos los Hermanos sobre nuestra vocación religiosa y sobre la necesidad de seguir trabajando en la pastoral vocacional. Para ello se usó la imagen del árbol:



“Dios, que ha confiado a cada uno de nosotros el don particular de la vocación religiosa, nos invita a hacerlo fructificar durante toda la vida” (RdV 170)


El don de la vida consagrada tiene un dinamismo por la acción del Espíritu Santo y por la respuesta permanente que estamos llamados a dar. En el Evangelio se nos presenta la comparación entre nuestra vida con Cristo y la relación entre la vid y los sarmientos: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer” (Jn 15, 15).


En nuestra reflexión hemos tomado la analogía de nuestra vida con la del árbol, que refleja la realidad personal y comunitaria; esto nos permite vislumbrar hacia dónde necesitamos caminar. La figura del árbol, limitada en cuanto que es inmóvil, nos ayuda a descubrir las relaciones que existen entre las diferentes partes y el lugar donde está plantado[1].