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Explicación del nuevo cuadro de Andrés Coindre (2018) por su autor


El primer encuentro con la figura del P. Andrés Coindre fue en la casa de los Hermanos Corazonistas en Madrid. El Hno. Carlos Almaraz (provincial de España) me fue mostrando las diferentes versiones que, a lo largo del tiempo, se habían ido realizando del retrato del Fundador.

Son muchas las veces que me he enfrentado profesionalmente con la tarea de interpretar el rostro de alguien que ya no vive, y el primer paso que doy es conseguir documentación fidedigna, ya sea en forma de relatos escritos, dibujos o fotografías de la persona en cuestión.

En este caso, la litografía entregada por Claudina Thévenet al Padre Ballet en 1826 ha sido mi "piedra Rossetta" para reconstruir una imagen actualizada del Fundador y, al mismo tiempo, lo más fiel posible a su personalidad ya que, a pesar de haber sido hecha de memoria, es la más antigua que se conoce.

Para acercarme al carácter del P. Coindre he acudido principalmente a este testimonio de una persona que le escuchó durante las misiones: "Jamás olvidaré al P. Coindre, sacerdote apostólico donde los hubo, de porte majestuoso, talla imponente, carácter noble y corazón ardiente".

Al leer este texto comprendí que mi trabajo consistía en aportar a la imagen de 1826, un tanto distante y estática, la cercanía y vitalidad que conmovió a aquel testigo cuando vio y escuchó al P. Coindre. De este modo, comencé a imaginar al Fundador mirándonos de frente, con expresión confiada y espontánea, que transmite y provoca fuerza, seguridad y afecto.