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Misión Cor Jesu 2019 Temperley

“Estaba perdido y me encontré en su abrazo”. Con este lema comenzó un nuevo ciclo de la misión Cor Jesu de Temperley para los años 2019 a 2021.

Sin destino asignado, en el mes de marzo un gran grupo de jóvenes entusiastas comenzó a prepararse para los diez días de la misión. Una reunión mensual, el tercer sábado de mes. Luego de compartir la eucaristía en el colegio, nos reuníamos para tener charlas de formación, acrecentar nuestra vida espiritual a través de la oración y comenzar a forjar los lazos de fraternidad con el compartir de la cena.

Fue por el mes de abril que el destino quedó confirmado. Esta vez no se trataba de un sólo pueblo sino de dos pequeñas poblaciones: Colonia Barker (1.200 habitantes aproximadamente) y Villa Cacique (unos 2.500).

Este año se presentó un gran desafío para el equipo coordinador: al grupo que ya había misionado (unos veinte en total) se sumaban dieciséis nuevos jóvenes que tenían su primera experiencia de misión; lo que daba un total de 36 misioneros que convivirían en esta nueva experiencia.

El 2 de enero se celebró la misa de envío y el 4 del mismo mes, con el apoyo de la comunidad educativa y de los Hermanos, partió el grupo de 34 jóvenes, con el acompañamiento del Hno. Mario Gassmann y de Roberto Adduci (esposo de Claudia Paladino, directora de primaria de Temperley); hacia la parroquia Santo Cristo de Colonia Baker, lugar donde todo el grupo se iba a alojar.

Sin dormitorios, sin camas, sin duchas… nada hizo que la convivencia de tantas personas se volviera un estorbo, más aún, esta nueva experiencia fue muy fructífera y alentadora.

La oración de la mañana, el encuentro con el Santísimo antes de las visitas, el rosario y el momento de oración por la noche eran lo que alimentaba el espíritu cada día. La liturgia de las horas, rezadas y celebradas en comunión con la Iglesia, nos hacía notar que la misión no era de ese grupo particular sino de todo el cuerpo místico de Cristo y que muchas personas estaban detrás, misionando con nosotros.

Las actividades grupales, ya fuera un juego, un baile o simplemente los momentos del compartir diario como la comida, hacían acrecentar cada día más la fraternidad que tenía el grupo.

La oración y el vínculo fraterno lograron hacer del grupo una comunidad testigo y testimonio del mismo Cristo. Y es gracias a ello que se puede realizar la misión “hacia afuera”, reflejo de lo que pasa en el interior de la comunidad.

Las comunidades parroquiales de Villa Cacique y Colonia Barker nos recibieron muy bien y el pueblo tuvo la misma respuesta.

Cada mañana muchas puertas se abrieron para conversar con los vecinos, las catequesis de la tarde fueron muy bien recibidas por los niños que se acercaron y las actividades especiales (como la fiesta de la Epifanía, la actividad mariana y el fogón de despedida) fueron muy concurridas y los participantes quedaron muy agradecidos. En todas estas actividades pudimos encontrarnos con Cristo y compartir su Palabra.

Esperamos que este paso por ambos pueblos no sea en vano, sino que sea un impulso para ambas comunidades para seguir la tarea que comenzamos y que, a su vez, estos días intensamente vividos sean un impulso para todo el grupo misionero a continuar la misión en sus actividades diarias durante todo el año.

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