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ENDICOR 2019

Por primera vez este año me tocó viajar para participar del encuentro. Por eso, lo primero que se me ocurre es que desde el comienzo fue un Encuentro de Directivos Corazonistas distinto. El hecho de tener que preparar el bolso y organizar a la familia, me llevó a vivirlo y elaborarlo desde, por lo menos, unos días antes.

Las horas de viaje nos ayudaron a conectarnos desde el primer momento. Si hay algo que me pasa siempre es que, cuando nos encontramos, aunque seamos de distintos colegios, lugares, provincias o países siempre me siento con la confianza para hablar, reír y reflexionar. Porque se nota que hay algo que nos une, que tal vez no se vea como el escudo que llevamos, pero que es más profundo porque se lleva en el alma y sólo se deja ver cuando estamos en familia.

Al llegar nos sorprendieron con la calidez del recibimiento. En los detalles se podía comprobar la dedicación y tal vez los días y horas que estuvieron pensando en nosotros. Nos sentimos queridos, esperados, confiados. Nuevamente escribo sobre confianza, lo que me lleva a reflexionar que es el gran eslabón entre todos nosotros, es la esperanza firme que tenemos cuando nos encontramos.

Todos los que formamos parte del encuentro teníamos el corazón abierto para recibir ideas, compartir experiencias, revivir momentos, reafirmar conceptos, internalizar sentimientos y, sobre todo, permitir que el Espíritu nos abrace y fortalezca en nuestra misión.

Escuchar las exposiciones me sumergió en el corazón del carisma, permitiéndome penetrar en el universo íntimo de los fundadores y su permanente preocupación por ayudar a los otros. También rescaté la importancia de tener un equilibrio entre lo que predicamos y lo que vivimos. Coherencia, equilibrio emocional… factores que en la actualidad no están de moda pero que somos responsables de mostrar a los demás.

Si algo me llevo es saber que muchas veces no es necesario hablar citando la Palabra o nombrando todo el tiempo al Sagrado Corazón, sino que en algunas ocasiones es más fructífero mostrar que creer nos hace felices. Y de esta manera, cuando nos pregunten por qué somos esperanzados, poder contestarles porque “nos mueve la fuerza de Jesús”.

Siempre me transforma en estos encuentros ver a los Hermanos reunidos. Son familia, no viven en los mismos lugares, son diferentes, pero la alegría del encuentro lo transmiten en sus sonrisas, en sus gestos, en el trato que se tienen unos con otros, en hacer conocer la vida de los más ancianos a aquellos que no tuvimos la gracia de trabajar con ellos.

Simplemente gracias por ayudarnos a tomar fuerza y tener coraje para seguir.

Ma. Ileana Ruiz,

Vicedirectora de Primaria del colegio Benito Nazar

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