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El Hermano Andrés: de Quebec a Venado Tuerto


André Joseph Jean Roger Mercier, conocido por nosotros como el Hermano Andrés, nació el 22 de enero de 1927 en San François d´Assise, un municipio de la provincia de Quebec, mayoritariamente francófona, en Canadá.


Ingresó a la casa de formación corazonista en 1943, en Arthabaska, Canadá. Realizó la profesión perpetua el 15 de agosto de 1951, en Victoriaville, Canadá. Desde 1953 hasta inicios de 2014, su vida transcurrió en Chile.


Allí la primera localidad donde desarrolló su misión fue en Talagante donde permaneció siete años y luego tres más. Después trabajó en San Antonio, San Felipe, Santiago de Chile y por último en Peñaflor, en el hogar de niños “Aldea mis Amigos”, donde permaneció quince años.

Además de dictar clases como profesor y maestro de clase también fue agente pastoral y en la “Aldea Mis Amigos” siempre estaba al servicio de todos y para todo, bien sea acompañando los niños al médico, enseñarles a leer, ayudándoles a hacer las tareas, prepararlos para la primera comunión, atender la biblioteca, etc.


Desde febrero de 2014 reside en Venado Tuerto, Provincia de Santa Fe, Argentina. Desde el colegio Sagrado Corazón despliega su misión en el barrio integrándose a los grupos misioneros de la capilla, visita a quien se lo pide y visita las familias del barrio Juan XXIII participando en las misiones de la capilla Jesús Misericordioso.


En su formación académica se pueden nombrar, entre otros estudios, un Bachiller en Humanidades, mención Letras, en la Universidad Católica de Valparaíso y Profesor de Educación Primaria en la Pontificia Universidad Católica de Chile.


Tan basto, prolífico y notorio fue su paso por tierras chilenas, que el 20 de diciembre de 1985 recibió la Orden al Mérito Docente y Cultural “Gabriela Mistral” en el grado de Caballero.

Andrés tiene una vitalidad espiritual y física “envidiable”. Suele hacer múltiples tareas en el predio del colegio, barriendo veredas otoñales interminables y yendo de aquí para allá con la carretilla.

El escritor británico William Shakespeare afirmaba: “Nosotros debemos nuestra vida a Dios, por

eso si se la pagamos hoy, no se la deberemos mañana” y vaya si “pagó” Andrés, tiene 94 años y está a punto de cumplir 76 años desde su primera profesión.


Algo de su enorme sencillez y humildad que más me llama la atención es verlo levantar todos los papelitos que suele encontrar tirados en el piso. No se pone a pensar o decir “pero yo no fui”, no se saca selfies cuando se agacha a juntarlos. Hace algo que nosotros no estamos acostumbrados, aquí lamentablemente la moneda corriente es mostrar siempre lo que uno está haciendo y echar la culpa de los inconvenientes a los demás, al que estuvo antes, pero no actuamos para que las cosas cambien, y en ejemplos tan sencillos como el de los papelitos, Andrés nos muestran el camino: la humildad, la responsabilidad y el compromiso.


En la comunidad colabora en todo. Donde hay una necesidad, una tarea que hacer o un imprevisto a solucionar, él está siempre dispuesto. Su generosidad la acompaña con una sonrisa y una bondad que hace sentir bien a quien es destinatario de su servicio. Es maravilloso ver cómo despliega su energía en múltiples servicios, pareciendo que un espíritu bueno aletea alrededor de él y le da las energías que su cuerpo ya no dispone en abundancia.


Él tomó una decisión transcendental en su vida, ser Hermano de la Congregación y no perdió, eligió entregar su vida al Sagrado Corazón de Jesús, y con eso ya ganó, pues logró cumplir con el mensaje de una conocida frase de la Madre Teresa de Calcuta: “Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios”. ¡Courage et confiance!


Emilio Rodríguez – Profesor del Colegio Sagrado Corazón de Venado Tuerto


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