En vista al ciclo lectivo 2022
“En la comunidad educativa nuestras diferencias personales y profesionales se vuelven complementarias y potencian nuestras capacidades, porque encuentran en Cristo su unidad. Sabemos que del apoyo mutuo surge nuestra fortaleza personal, la autenticidad de nuestro testimonio y la apertura a nuevas posibilidades.” (Ideario Educativo Corazonista, art. 23)

Llegamos a la finalización del ciclo escolar 2021 con un presente marcado por la experiencia vivida, única e inédita, del Covid-19. Y, en medio de esta contingencia sanitaria a nivel mundial, ENSEÑAMOS. Las escuelas, con sus alumnos y sus docentes, nunca cerraron, aunque los edificios sí.
La pandemia nos enfrentó a desafíos inimaginables, nos obligó a pensar y descubrir nuevas formas de enseñar y de aprender, de vincularnos con el otro; transformando esa “contingencia sanitaria” en una “contingencia educativa”.
Y, en esta situación, la educación y con ella la escuela se reinventaron en todo su dominio: se reinventaron los docentes y su forma de enseñar, los alumnos y su forma de aprender, las familias y su forma de vincularse con la escuela.