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Hasta el cielo, Hermano Fermín


El Hermano Fermín Díaz de Cerio Lacalle fue el segundo de los doce hijos de la familia que formaron Victoriano Díaz de Cerio y Felisa Lacalle. Nació en el pueblo de Azuelo, Provincia de Navarra, España, el 28 de junio de 1928. Mucho tiempo después descubrió que en el libro de bautismos de la parroquia había quedado registrado como “Fermín María”, aunque este segundo nombre nunca figuró en sus documentos oficiales ni se sabe que nadie le haya llamado así nunca.


Por su testimonio, sabemos que su familia era muy piadosa, prueba de ello es que sus tres primeros hijos, Asunción, Fermín y Sagrario, se entregaron a Dios en la Vida Religiosa y perseveraron. Respecto a su “patria chica” sabemos que siempre llevó a Azuelo en su corazón y que fue su ejemplar embajador, recomendando a todo el que quisiera escucharle que visitara www.azuelo.com para tener noticias frescas de aquellas tierras.


Son diversos factores los que entran en juego en el inicio de una vocación a la vida consagrada, pero Fermín recordaba siempre una conversación que mantuvo con un grupo de chicos de su pueblo durante la Guerra Civil Española o tal vez en los primeros momentos de la posguerra. En aquella ocasión un muchacho un poco mayor que él, que tenía cierta ascendencia sobre el grupo, expresó una idea con palabras similares a estas: “Yo creo que, tal y como va el mundo, sólo se van a salvar los curas y los frailes”. Aunque después haya madurado ese llamado y se haya depurado en su corazón, el deseo del niño Fermín era elegir el mejor camino para llegar al Cielo y estar con Jesús.


Al tiempo, según él mismo relataba, increpó a sus padres durante una sobremesa: “¿Es que ya nadie me pregunta qué quiero ser de mayor?” (porque parece ser que antes se lo preguntaban con cierta frecuencia). A lo que añadió sin esperar respuesta: "Pues os digo que quiero ser como el tío Teófilo" (que era Hermano Corazonista).


De este modo ingresó en septiembre de 1941, con trece años, en el “seminario menor” de los Hermanos del Sagrado Corazón en Rentería (País Vasco), a unos 160kms al norte de su pueblo natal. En esta casa de formación permaneció durante tres años, hasta el inicio del “noviciado”, etapa clave de preparación a la consagración religiosa. Dicha etapa del noviciado la realizó en Alsasua (Pamplona), que queda, podría decirse, a medio camino entre Azuelo y Rentería. Estas etapas las compartió con otros dos queridos Hermanos de nuestra Provincia, Jesús Gómez y Félix Saénz, quienes ahora se han reunido nuevamente en el Cielo.


Al concluir el noviciado, realizó su primera profesión religiosa el 16 de julio de 1945 y tomó el nombre de Hermano Ceferino. Ese cambio, acorde a la usanza de la época, tenía como objetivo indicar la nueva vida que implicaba la consagración religiosa. Usó este nombre durante un tiempo, hasta que el Concilio Vaticano II revalorizó el sentido del nombre recibido en el bautismo y Fermín, como la mayoría de los Hermanos, volvió a utilizar su nombre original.


Después de los seis años normales de votos temporales, realizó su consagración definitiva al Señor el 10 de agosto de 1951 en Vitoria (País Vasco). Durante este tiempo completó su formación inicial en el “escolasticado” e inició su vida activa como educador Corazonista: fue maestro de 1º y 2º de Primaria en nuestro colegio de San Sebastián desde 1948 hasta febrero de 1952. En ese momento, con 23 años, se embarcó para ser misionero en Argentina y Uruguay.


Su disponibilidad y generosidad fue innegable, pues encontramos por lo menos catorce cambios de comunidad en su vida como religioso educador. Le gustaba repetir una frase bien conocida en la vida religiosa: “Hay que florecer donde a uno lo planten”.


En Argentina integró, por orden de cantidad de años, las comunidades de Venado Tuerto (18 años: 1956 a 1961, 1965 a 1967, 2005 y 2014 a 2021), Villa Gral. Belgrano (5 años: 2000 a 2004), Temperley (4 años: 1952 a 1955), Ciudad de Buenos Aires – Benito Nazar (2 años: 1964 y 1975) y Concepción de Tucumán (2 años: 1998 y 1999); en total 31 años. Pero su mayor “estabilidad” y tal vez por ello también su mayor identificación la tuvo en el colegio de Montevideo, Uruguay, donde vivió 24 años en dos etapas: 1962-63 y de 1976 a 1997.


Siendo miembro de la entonces llamada “Provincia Argentina”, trabajó también en las casas de formación para futuros Hermanos que ésta tenía en España: Tafalla (1968), Antezana (1969) y Durana (1970 a 1974).


Su generosidad y sus viajes no quedaron allí. En el año 2003 la Provincia Argentina se unió con el Distrito de Chile para formar la Provincia de América Austral, y así el Hno. Fermín entregó 8 años de su vida en tierras chilenas: de 2006 a 2009 en la Aldea Mis Amigos de Peñaflor (un hogar para niños que no pueden residir con sus familias) y de 2010 a 2013 en el Instituto Presidente Errázuriz (IPE) en Santiago de Chile.


Su tarea en cada uno de estos lugares fue variopinta: fue maestro de educación primaria, formador de los futuros Hermanos, catequista… y en Montevideo, lugar donde más tiempo permaneció, fue director de Primaria, administrador y factótum. Por eso allí, en 2007, se le entregó el premio “Monseñor Benito Lamas” como educador emérito destacado. Pero más allá de cargos, premios y títulos, que poco le importaban, Fermín manifestó siempre un enorme afán evangelizador y un espíritu juvenil. Fue un enamorado de Cristo y no dudó de usar todos los medios a su alcance para darlo a conocer.


Este último aspecto merece cierto destaque, pues el Hno. Fermín no aplicó su creatividad solamente a lo pastoral, sino a los diferentes aspectos de su vida, especialmente a todo lo relacionado con los problemas prácticos. Porque Fermín era capaz de encontrar las soluciones más inverosímiles a las situaciones más sencillas, al tiempo que era fiel a la gran austeridad que se autoimponía.


Otro rasgo que le caracterizaba era cómo le gustaba hablar. Hablaba tanto que no le alcanzaban las palabras y entonces sus manos comenzaban a volar por el aire, acompañando cada expresión, mientras que sus ojos se perdían en un punto indefinido, como para concentrarse mejor en el razonamiento que estaba realizando. Con el Hno. Fermín se sabía cuándo se comenzaba una conversación, pero no cuándo se terminaba.


Su deseo de evangelizar, su espíritu inquieto, su gusto por la actividad al aire libre, su profunda vida de fe… fueron elementos que, sin duda, le ayudaron mucho a mantenerse joven y activo a lo largo de los años. Fermín no conocía el descanso.


Desde 2014 se integró a la comunidad de Venado Tuerto, los años se habían ido acumulando y ya le llegaba el tiempo de bajar el ritmo. Allí ayudó, enredó y se dejó ayudar, cada cosa a su momento. En 2018 pasó tres meses en la comunidad de Montevideo, fue un lindo reencuentro con mucha gente que lo quería y que se acercó para hacerle saber de su cariño.


El 2 de febrero de 2020, poco antes del inicio de la pandemia de Covid-19, todos los Hermanos de América Austral, reunidos en Temperley para el retiro anual, celebraron sus “bodas de diamante” (75 años de vida religiosa), junto con las del Hno. André Mercier. Fue un momento muy emotivo y, para muchos, fue a la postre una despedida.


Su salud se fue deteriorando y, a lo largo del 2021, se fue haciendo más notoria cierta pérdida de lucidez, aunque siempre mantuvo claridad en lo esencial. El miércoles 25 de agosto fue internado en el sanatorio Castelli de Venado Tuerto, donde falleció en las primeras horas del sábado 28 de agosto. Tenía 93 años y dos meses de vida, y 76 años de vida religiosa.


Desde hacía ya un tiempo solía despedirse de las personas a las que pensaba que no volvería a ver pronto con un “hasta el Cielo”. Esa misma había sido la chispa inicial de su vocación: ir al Cielo. Ahora su peregrinación ha terminado y estamos seguros de que ya goza del infinito amor de Dios, que anheló y propagó toda su vida.


Que el Corazón de Jesús nos enseñe a valorar el testimonio de vida que nos dejó el Hno. Fermín y que lo tengamos presente en cada momento, para que pueda seguir hablándonos de Dios en el recuerdo, así como lo hizo en vida.


Descanse en paz.

Hno. Emilio Rodrigo

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