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Las consecuencias de la pandemia

El inicio del ciclo lectivo 2020 estuvo marcado por el impacto de la pandemia y la interrupción de las clases presenciales. Esta situación, que inicialmente fue temporal, se prolongó en el tiempo e imprimió un carácter particular al desarrollo de ese año escolar y el siguiente. Recién el ciclo escolar 2022 comenzó en una “normalidad” adaptada a los cuidados sanitarios que, con el paso de los meses, se fueron descartando. El sistema educativo se enfrenta con el desafío de “volver a las escuelas”, pero con el condicionamiento de una realidad que ha cambiado, algunos piensan que para siempre.


Hemos aprendido que una de las cosas más importantes para la educación es cuidar los vínculos y sostenerlos. Porque una de las principales características del modelo escolar es la “educación simultánea”: es un lugar de encuentros y de con-vivir. La escuela siempre ha sido un lugar importante de prevención y cuidado, en este sentido la pandemia puso en riesgo esas funciones.


Cuando todo el mundo “se detuvo”, la escuela siguió funcionando, como pudo, pero sin detenerse. Al parar, el mundo pudo pensar y re-pensarse en muchos aspectos. La escuela no tuvo tiempo para ello, porque no podía dejar su “productividad”. Por eso hoy nos enfrentamos a las consecuencias de esa interrupción de la rutina escolar. Situaciones que hay que atender para cuidar el desarrollo educativo y emocional de cada niño.


Cada docente buscó el camino para poder desarrollar, de la mejor manera, períodos de “continuidad pedagógica” para que todos llegaran a los objetivos que debían alcanzar. Atendiendo a las necesidades particulares de cada alumno, adaptando de manera individual tareas escolares, los espacios de comunicación y contención. Accionamos en un tiempo pausado, un ambiente tranquilo, para que todos pudieran atender y retomar aquellas rutinas escolares que nos fortalecen.


Hacer hincapié en el modo de relacionarse, en la escucha y respeto por el otro es la prioridad para propiciar un buen clima de trabajo. Sabemos que llevará tiempo, pero, si de algo podemos estar seguros es que, si atendemos de forma individual las necesidades de cada niño lograremos que la escuela vuelva a cumplir con el objetivo que siempre tuvo: el desarrollo integral de la persona.


María Belén Armentano, Benito Nazar

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