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Misión COR JESU de invierno en Uruguay

  • comunicacion209
  • 5 nov
  • 2 Min. de lectura

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ienvenidos y bienvenidas a las aventuras de un pequeño (ya no tan pequeño) grupo misionero de Montevideo, Uruguay. La historia empieza en el Colegio Sagrado Corazón del barrio Reducto el 5 de septiembre, cuando, en cuatro autos, con mucha comida, muchos materiales y mucha fe, dieciocho misioneros partimos hacia un pueblo de Canelones llamado Migues. Con poco más de 2.500 habitantes, este pueblo marcó nuestros corazones el año pasado y volvimos con mucha alegría y motivación.

 

Después de un intenso mes de planificación y preparación, había llegado el momento de volver a ese lugar que unos meses atrás habíamos llamado “hogar”. Íbamos a volver a ver a Pierina, Ramón, Natalia y Juan Carlos, Aurora y a todas aquellas personas que estuvieran dispuestas a recibirnos con corazones abiertos.

 

Y no tengo otra forma de explicarlo, porque esto fue lo que pasó: nos volvimos a encontrar y a sentirnos en casa, desde las personas que nos invitaron a pasar a sus hogares cuando salimos a misionar, hasta aquellas que decidieron cambiar su rutina solo para escuchar nuestra invitación y hablar con nosotros.

 

Destaco a los nuevos misioneros, que supieron ponerse la camiseta del grupo desde el primer momento haciendo lo que hubiera que hacer, ya fuera colgarse a una reja para poner banderines o destapar un baño tapado.

 

Y, como siempre, la parte más difícil fue irnos, despedirnos de las personas que estaban compartiendo en la mateada con nosotros o del Padre Manuel, que nos acompaña desde nuestra primera misión allí.

 

¿Lo mejor de la misión? Haber visto a Dios en cada pequeño detalle, en las sonrisas de los niños que se acercaron a jugar con nosotros en la plaza, en las charlas con las señoras que se animaron a tomar unos mates, en mis propios compañeros, en cada mirada compartida.

 

Es hermoso poder decir que tengo un grupo al que puedo llamar “familia”, un grupo con quien hacer todas las comidas e irnos a dormir juntos, jugar al truco y entender que Dios no es un ser tan alejado de nosotros como pensamos a veces; entender que Dios está en todos, buscando robarnos una sonrisa cuando menos lo esperamos.

 

Avril Duga

Montevideo


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