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Misión de invierno en Uruguay

¡Hola! Mi nombre es Julieta y fui parte de la misión de invierno 2023 en Empalme de Olmos. Fue mi primera experiencia como misionera ya que me uní al grupo hace un par de meses, pero también soy nueva en la familia Corazonista.


Desde el primer momento que conocí al grupo me hicieron sentir parte de él, como que los conocía de siempre. Ni hablar que durante la misión los lazos se volvieron más fuertes y conocí un poco más a cada uno. Eso solo hizo que me sintiera más contenida, comprendida e identificada con cada uno. Es un grupo hermoso lleno de sensibilidad, emoción, generosidad, empatía y mucho amor para dar. Pero lo más lindo es la fe que los mueve a ser estas hermosas personas.


De la misión, ¿qué decirles?, fue una experiencia increíble. Ver la solidaridad de la gente y el cariño que le tienen a los misioneros; desde que llegamos a Empalme ver que nos esperaban con la estufa prendida y nos dejaban mucha leña para que estuviéramos calentitos; ver que se ponían a la orden por cualquier cosa que precisáramos; ver que nos abrían las puertas de sus hogares para poder ducharnos, compartir un rato con ellos y, en mi caso, conocerlos… Tanta alegría y la calidez me hizo sentir como en casa.



El sábado, en la actividad con los niños, me llenó de alegría ver tantos y tan comprometidos en los juegos y en las reflexiones que hicieron; encontrarlo a Jesús en cada uno de ellos y ver cómo, desde tan chicos, ya lo tienen tan presente.


La experiencia del retiro del domingo fue divina, porque pude conocer más a fondo la realidad y la historia de algunas personas del lugar. Conocí cómo Jesús los acompañó y les dio fuerzas para salir adelante en sus adversidades con la fe gigante que les llena el corazón y los mueve.


Lo más importante fue comprender que los misioneros ayudaron a que hoy esa comunidad sea eso, una comunidad que ama a Jesús y que se mueve guiada por Él. Yo no pude ser parte del proceso, pero ver los resultados fue lo más increíble porque la comunidad los quiere y les agradece, ése es el tesoro más grande.


Por mi parte, los momentos más significativos y movilizantes fueron las oraciones de la mañana y la noche. Esos encuentros de frente con Jesús que me hicieron encontrar la fe en cada uno de los momentos de la misión y hasta en mi día a día. Fue encender mucho más la llama de la fe en mi corazón y fortalecerla.


Sin duda la misión era algo que no sabía que necesitaba pero que me movió todas las estructuras y me hizo confirmar completamente que los planes de Dios son perfectos.


Julieta Curbelo

Montevideo

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