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Se trata de poner todo en sus manos

Así como el primer astronauta que pisó la Luna dijo “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, este verano iniciamos un nuevo ciclo misionero del grupo de Venado Tuerto y queremos contarles, en esta reseña, todo lo que sucedió. Pero antes nos presentamos: somos dos jóvenes misioneros, Malena (primera misión) y Matías (tercera misión). Y, después de un año en el que no pudimos ir a misionar por la pandemia, tras mucha espera y preparación, pero sobre todo con ganas y corazón, llegamos a Murphy.


Esta vez, no sólo el pueblo era nuevo, sino también gran parte de los misioneros. Nos sucedió que, como todo lo que refiere a las catequesis ya estaba prácticamente listo desde el año anterior, las reuniones de preparación, en su mayoría, se centraron en explicarnos la forma de organizarnos y vivir como comunidad, responder dudas o curiosidades nuestras, lo cual siempre es necesario y sirvió mucho… Sin embargo, nos faltaba esa otra parte: sentarnos a tomar unos mates y charlar tranquilos mientras recortamos y pegamos cositas para los niños, esos momentos donde uno comienza verdaderamente a entablar un vínculo con el otro. Y, ¿por qué les contamos esto? Porque una vez más Dios nos mostró que donde dos o más estén reunidos en su nombre Él también está. Bastó tan sólo empezar a subir los bolsos al camión para ver cómo comenzábamos a trabajar como equipo y, desde ahí, todo fue hacia arriba, sentíamos que ya nos conocíamos desde hacía tiempo.


La respuesta del pueblo fue excelente: desde el primer día tuvimos varios niños saltando y bailando con nosotros, que era un miedo que teníamos desde la partida. En estos días pudimos ver cómo, por medio de una sonrisa y la escucha, podemos cambiarle el día a alguien; ver en la espontaneidad y el amor de un niño a Jesús y también experimentar ese goce de servir con amor a un hermano, porque misionar es llevar la Luz de Jesús a todo el pueblo, pero también iluminarse entre misioneros.



Podríamos decir que la misión Cor Jesu es muchas cosas: es compartir con los demás misioneros, es aumentar y profundizar tu fe, es conocer a nuevas personas y ver que Dios está en todos lados, es divertirse volviendo a ser niño… Cor Jesu es compartir a Jesús, con Jesús de por medio. Y nada de esto hubiese sido posible sin la ayuda incondicional de nuestros Hermanos asesores, el Hno. Roberto De Luca y la “nueva y orgullosa adquisición”: el Hno. Gaston Spahn.


Nosotros conocemos a un Jesús vivo, un Jesús amigo, atento, compañero, paciente, amoroso, leal... Nuestra misión es compartirlo para que, así, pueda iluminar la vida de muchos más. Este año, que es el primero de tres en Murphy, nos vamos felices por lo vivido y con la esperanza de que, el año próximo, esas primeras semillas sembradas comiencen a mostrar sus frutos.


Y, como el astronauta que, con miedos y temores, emprendió camino hacia esa misión, nosotros también fuimos a este nuevo llamado, pero con una enorme ventaja: pusimos todo en las manos de Dios.

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