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Camino hacia el Bicentenario

La mirada compasiva del P. Andrés Coindre, enriquecida por los ojos de la fe, al ver a los niños y jóvenes hace que todo se ilumine en su interior y su corazón empiece a arder con el fuego del Espíritu. En ese momento está recibiendo el carisma Corazonista, una manera nueva de amar según los sentimientos del Corazón de Jesús. Se hace realidad en él: “Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9, 36).

El carisma está en función del bien de la Iglesia y del Reino de Cristo, que se encarna en la tierra. Por eso el P. Andrés ve la necesidad de comunicar esta vivencia a otros, para que también puedan llevar a cabo la misión que supone vivir el carisma. Él, por el estilo de vida propio de su vocación sacerdotal, no es educador, pero está llamado a iniciar una gran obra educativa. Percibe que la vida comunitaria fraterna reúne todas las características para vivir plenamente el carisma recibido. Así nacemos los Hermanos del Sagrado Corazón, porque “la educación cristiana difícilmente puede llevarse a cabo sin una comunidad educativa” (RdV 156).

El gesto del P. Andrés de comunicar el carisma recibido hace posible que este se profundice y tenga continuidad en el tiempo. Ese gesto de generosidad va tomando tantas tonalidades como diferentes experiencias místicas tenemos cada uno de nosotros, al sentimos llamados, y lo expresamos en nuestra forma de ser hermanos, de darnos a los niños y jóvenes, de ser con las personas que nos rodean, de encontrarnos en la intimidad con el Corazón de Cristo.

Estamos en el año jubilar del bicentenario y nos sentimos llamados a hacer este recorrido del P. Andrés de trasmitir el carisma a los colaboradores en cada comunidad educativa. No son palabras, es una mirada de esperanza que ve a los niños y jóvenes de nuestro tiempo como capaces de transformar la realidad social y hacer presente el Reino.

En este mes tenemos las fiestas de dos patronos del Instituto: los Ángeles de la Guarda y Santa Margarita María. Los hermanos que nos han precedido los tomaron como dos pilares para llevar a cabo su apostolado. Hoy, en muchos casos, estamos más atentos a las nuevas tecnologías, pero es preciso que volvamos a tomar a los Ángeles como los guardianes de nuestra vocación y dejar que nos acompañen en el cuidado de los alumnos. Santa Margarita nos enseña cómo es vivir la comunión con el Corazón de Jesús; sigue siendo actual la necesidad de la reparación y la contemplación de Cristo en la Cruz, de donde brota nuestra espiritualidad.

Hno. Javier Lázaro, Superior Provincial

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