DÍA DEL SAGRADO CORAZÓN (11 DE JUNIO)
En la Iglesia se ha acrecentado la devoción al Corazón de Jesús, también ha ido evolucionando paulatinamente en nuestro Instituto en estos doscientos años. El P. Andrés se siente atraído por un Corazón ardiente, que necesita extender el fuego de su amor en todos los corazones. Él mismo arde en este amor infinito de Dios y busca llevarlo a los que no se sienten amados, con el convencimiento de que, cuando los jóvenes tengan la experiencia del amor de Dios, quedan trasformados.
La teología se ha enriquecido por la oración y la exégesis de los textos bíblicos. Hoy nos centramos en las imágenes del Evangelio que nos describen los sentimientos del Corazón de Cristo, Dios y hombre. En forma constante se nos invita a ir a la Palabra, para dejar que el Espíritu Santo nos fecunde y nos inflame en el fuego de su amor. La realidad concreta es que no importan mucho las expresiones que tengamos para manifestar nuestra devoción al Sagrado Corazón, lo decisivo es que lleguemos al encuentro personal con Cristo y que vivamos sus sentimientos en las relaciones con los otros.
Hoy estamos inmersos en la cultura de la imagen, pero sólo cuando entramos en comunión con Cristo y asumimos sus virtudes podemos decir que somos Corazonistas. Estamos llamados a la confianza y a la alegría en la relación con nosotros mismos; a la compasión, la humidad y la mansedumbre con los otros; a la misericordia, la adoración y la entrega absoluta con Cristo.
Aquí y ahora somos los nuevos mensajeros del amor del Dios. Necesitamos vivirlo para ser sus testigos. El amor de Dios es una vivencia interior que se desborda en las relaciones con los otros. Supone la aceptación de nosotros mismos, sabiéndonos amados gratuitamente, la acogida de los hermanos, valorando todo lo bueno que hacen y haciéndoles ver todas las posibilidades que tienen de ser felices, y una relación con Cristo, donde el Reino se convierte nuestro proyecto de vida y la única bandera.
El día 11 de junio celebraremos la Solemnidad del Sagrado Corazón, que nos llama a contemplarlo traspasado en la Cruz: “uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza y en seguida brotó sangre y agua” (Jn 19, 34). Dediquemos el tiempo necesario para contemplarlo y dejarnos transformar. Al día siguiente viviremos la fiesta del Inmaculado Corazón de María, que es la Madre y Maestra del discernimiento pues “guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas.” (Lc 2, 19). Ella nos enseña a vivir el tiempo presente y a cantar las obras que Dios hace en nuestra vida.
¡FELIZ DÍA DEL SAGRADO CORAZÓN!
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