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LOS NUEVOS ESCENARIOS DE LA PRÁCTICA DOCENTE

Al repasar estos primeros meses de retorno a las clases como profe de alumnos de sexto año, busco pasar por el corazón los sentimientos vividos. Tres palabras vienen a mi mente: incertidumbre, ilusión y desafío. También otras que, gracias a Dios, nos acompañan y sostienen en nuestra tarea cotidiana: confianza y acompañamiento.


Incertidumbre: Después de tanta cuarentena y aislamiento de todo un año vivido en la virtualidad, retornar de súbito las reuniones presenciales fue toda una novedad, reencontrarnos con colegas y amigos ajustados al protocolo de seguridad. Buscábamos imaginar cómo se diseñaría el año escolar en medio de muchas incertidumbres y falta de precisiones. Entonces empezamos a proyectar el año pensando en que, quizás, los encuentros fueran esporádicos, pero pronto se definió la concurrencia cuasi habitual, según los horarios de cursada y con burbujas.


Ilusión: Recorrer nuevamente aulas y pasillos, extrañando la sala de profesores, el acercarnos a los alumnos, sostener mascarilla y distancia, pero disfrutar del intercambio con los alumnos, percibir la alegría de su concurrencia, nuevamente el calor del vínculo que empieza a forjarse en el transcurso de las clases. Reconocer las sonrisas, las voces, las inquietudes, las complicidades latentes, las amistades entre ellos. La ilusión de volver al colegio y disfrutar aún en medio de las restricciones de la bendita rutina de estudiantes.



Desafío: Sin embargo, las cosas no siguieron fáciles, algunos cursos virtuales, otros presenciales por burbujas, por lo que la planificación debe contemplar tanto el trabajo en la presencialidad como las actividades de la virtualidad en este sistema bimodal. Y ni que hablar de la promoción acompañada. Nuestra aula se extiende, contempla los alumnos presentes y los que no. Yo estaba confiada en el enorme esfuerzo hecho el año pasado para llegar, entusiasmar y sostener la actividad educativa de nuestros alumnos en la virtualidad. Pero, aun cuando la modalidad presenta ciertas semejanzas, el presente nos sigue planteando nuevos desafíos. Noto en mis alumnos menor entusiasmo e ilusión y a la vez la necesidad de encontrar soluciones más creativas para incentivar la participación y orientar las inquietudes siempre ávidas de nuestros alumnos. Me gusta el trabajo virtual, que nos ha obligado a crecer incorporando herramientas que pueden potenciar mucho nuestra tarea, pero advierto cierto desánimo. Quizás aprendimos ambos a respetar mejor los tiempos para el trabajo y la familia, el hogar o el descanso. Y si creíamos que teníamos gran trabajo ganado con todo lo hecho el año pasado, este año nos presenta un escenario más complejo, ya que no están todos nuestros alumnos juntos y tampoco abordamos un único modo de trabajo, lo que nos obliga a seguir creciendo y revisar nuestras prácticas para llegar a todos de la mejor manera. Sabernos acompañados, formar parte de una comunidad que ofrece una gran red, que apoya el trabajo de cada uno, fortalece nuestra confianza para seguir creciendo.


Rosa Giacomino

Profesora de Filosofía, Lomas de Zamora

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