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Dios llora


Estamos viviendo los días de la semana santa para los cristianos el misterio de nuestra redención. Cada año participamos de la pasión de Jesús y lloramos. Y resulta que este año 2020 sucede al revés, es Dios quien llora al ver la pasión que sufre la humanidad.

Recuerdo una imagen de la película de la Pasión de Cristo cuando Jesús ya crucificado entrega su espíritu. Esa escena es contemplada desde tres miradas: la de los presentes al lado de Jesús en la cruz, la de Dios y la del espectador quien ve como se le escapa a Dios una lágrima ante lo que sucede en el monte calvario.

Dios llora viendo la pasión de su hijo. Y Dios llora hoy día viendo la pasión de sus hijos.

Este año se suspenden los actos litúrgicos y se nos invita a contemplar el corazón de Dios y comprender cómo sufre y llora por sus hijos.

No necesitamos imágenes de dolor pues se han hecho carne en nuestras familias, vecinos, amigos, compatriotas y habitantes de otros países que supimos conocer y querer. Vemos cuán frágiles somos y no necesitamos que nos lo expliquen.

  • Lloramos de impotencia cuando se sufre ante lo que parece una condena injusta; como la de Jesús.[i]

  • Sentimos que se nos despoja de las rutinas saludables de vida y parece que están jugando con nuestras vidas; como a Jesús a quien echaron a suerte sus vestiduras.[ii]

  • Vemos cuánto necesitamos de los demás para obtener alimentos, medicinas y calmar nuestras penas; como Jesús quien fue ayudado por el cireneo a llevar la cruz. [iii]

  • Se nos parte el corazón al ver llorar a nuestros hijos, los abuelos, los amigos, los vecinos; como a Jesús.[iv]

  • Sentimos alivio cuando en familia nos enjuagan la cara con una sonrisa, una mirada o un gesto de amor; como Jesús a quien la Verónica limpió su rostro.

  • Caemos en la cuenta de cuán largos se hacen los días y que el camino parece no tener fin; como el de Jesús.[v]

  • Tropezamos una, dos y tres veces en las dificultades y necesitamos que nos ayuden a levantarnos; como Jesús.

  • Vivimos encerrados en pequeños espacios, sujetados y vulnerables; como Jesús en la cruz.[vi]

  • Y parecemos alejados privándonos de afectos buscando un refugio en el corazón y en los ojos de la madre; como Jesús.[vii]

  • Pero Dios contempla nuestra pasión. Sufre en silencio y llora. Y cuando Dios llora un diluvio cae sobre la tierra.[viii]

¿Por qué llora Dios?; ¿Por qué el Todopoderoso se hace vulnerable?; ¿Por qué no perdonó ni a su propio hijo dejándole morir en la cruz?

Será porque la cruz no es una condena sino una muestra de su amor.

Será porque, aunque sufre por nosotros, no negocia su paternidad.

Será porque no le dejamos participar de nuestra pasión.

Dios ve la tierra, pero no la conoce con sus ríos, montañas y valles como nosotros. Dios la mira a lo largo y ancho de la geografía del dolor, la dignidad de la persona, el respeto a la vida, el deseo de cooperación y de paz…. Y llora.

Empeñémonos en enjugar las lágrimas de un Dios apasionado por el hombre que nos quiere a todos consigo.

Retomemos los caminos de Dios. Dirijamos también la mirada a quien supo estar con Jesús al pie de la cruz invocándola como Madre de la esperanza. Y si estamos atravesando una prueba en este momento digamos ¡sólo en Dios quiero esperar! porque es eterno su amor.[ix]

Hno. Pedro Ortiz

[i] (Cf. Jn. 19, 16)

[ii] (Cf. Mc. 15, 24)

[iii] (Cf. Mc 15, 21)

[iv] (Lc. 22, 27- 29)

[v] (Cf. Jn. 19, 17)

[vi] (Cf. Lc. 23, 33)

[vii] (Cf. Jn. 19, 26)

[viii] (Cf. Deut. 32, 2)

[ix] (Cf. Sal. 117, 1)

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