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El elogio de un Papa a los Corazonistas

Un día como hoy, pero de 1891, el Papa Leon XIII por intermedio del Cardenal Prefecto de la “Congregación para Obispos y Regulares” emitió un decreto conocido como “Elogio”, paso previo a la aprobación definitiva del Instituto en 1894 como obra de derecho pontificio (por tanto con autorización para ejercer su apostolado en cualquier parte del mundo).




Traducción al español:


DECRETO


La piadosa Sociedad de Hermanos del Sagrado Corazón fue fundada en 1821 por un misionero lionés, André Coindre en el lugar llamado Paradis (sic), en la diócesis de Puy. Además de la santificación personal de sus miembros, su fin particular, su meta es la educación cristiana de la juventud, principalmente en las aldeas y ciudades pequeñas.


Se compone exclusivamente de Hermanos laicos, que bajo el gobierno de un Superior General, viven en comunidad, visten un traje religioso, y hacen, de entrada temporalmente y luego, a perpetuidad, los tres votos simples ordinarios de Obediencia, Castidad y Pobreza.


Sin embargo, esta piadosa Sociedad, aunque cuenta setenta años de existencia, a pesar de que hayan continuado constantemente con gran celo y excelentes frutos, el fin que se proponen, no obstante, no han sido honrados con ninguna muestra de la Suprema benevolencia, de ningún precioso aliento de la Sede Apostólica. Para que no le falte más ese buen comienzo, su Superior General actual ha suplicado en tres instancias a Su Santidad el Papa León XIII que se digne aprobar con su Apostólica Benignidad a la piadosa Sociedad y a las Reglas que la rigen. A tal efecto, ha presentado junto con los Estatutos, las Cartas de recomendación de Obispos de los lugares en los cuales se encuentran las casas de los Hermanos mencionados antes.


Las cartas testimoniales establecen manifiestamente los frutos abundantes que la piadosa Sociedad ha producido en todas partes de la Viña del Señor, y qué crecimiento les ha dado la Protección divina. En este momento, existe en treinta diócesis, no solamente en Francia, sino también en Estados Unidos y Canadá; cuenta con cerca de ochocientos miembros, a los que los Obispos unánimemente les elogian ampliamente la regularidad y el celo; sus escuelas, pensionados, orfelinatos, institutos de sordomudos suman ciento cuarenta y siete establecimientos en los cuales se cuenta con veinticinco mil alumnos; lo que basta para demostrar su gran utilidad sobre todo, en nuestros tiempos tan llenos de dolor por la Religión de Cristo.


También, en base al informe que precede, hecho a Nuestro Santo Padre el 15 de mayo de 1891, por el abajo firmante, Señor Secretario de la Congregación encargado de los asuntos y consultas de los Obispos y Regulares, su Santidad, examinó todo cuidadosamente, con especial atención a las Cartas de recomendación de los Obispos antes mencionados, y se ha dignado a elogiar ampliamente y a recomendar la meta, la finalidad del antedicho Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón; por el contenido del presente Decreto, alaba y aprueba todo especialmente, sin perjuicio de la Jurisdicción de los Ordinarios, conforme a los Santos Cánones y a las Constituciones Apostólicas; difiere para un momento más favorable la aprobación del Instituto y de sus Estatutos, y ordena en espera que se haga una comunicación de algunos comentarios.


Dado en Roma, a la Secretaría de la antedicha Congregación de Obispos Regulares, el 16 de mayo de 1891.


J. Cardenal Verga, prefecto



Por traducción conforme al original:


+ Fulbert E. del Puy

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