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Montevideo: Día de la Familia

Informa: José Antonio López



El domingo 6 de noviembre, en Montevideo, vivimos una jornada en Nuestro campo de Deportes P. Andrés Coindre, con las familias Corazonistas de Inicial, Primaria y Secundaria.


La actividad en concreto propone pasar un día básicamente compartiendo, entre familias, alumnos, docentes, animadores… Estos últimos se encargan de todos los detalles del evento con alegría y dedicación (incluso preparan la actividad con un “pre-family day” acampando el día y la noche anterior en el predio).



¡Música, color, baile, alegría y fundamentalmente mucho tiempo libre para solo compartir! La jornada en sí fue un éxito: el sol, el campo, el trabajo de los animadores y adultos que estuvieron con una sonrisa en todos los detalles fue el seguro ante cualquier problema… Pero el éxito no reside en la “funcionalidad” del evento (que salió sin dudas muy bien), porque hay otro nivel donde deja aún más frutos a la reflexión.


La vida en que estamos inmersos muchas veces propone un ritmo basado en la “productividad” como meta (resultados concretos de cada acción) y en el “funcionalismo” como camino (actividades orientadas y coordinadas a ese fin). Es decir, vivimos permanentemente atados a actividades que tienen que dejar “provecho”, en la mayoría de los casos económico, y para ellos “agendamos” una cantidad de eventos que si no lo provoca lo promueve. Estudio, trabajo, formación, reuniones de trabajo, etc. Cuando llega la tarde noche volvemos a casa agotados, “fundidos” decimos en comparación con un motor que derritió sus pistones. ¿Dónde está el tiempo gratuito del encuentro con el otro, los otros?


El Día de la Familia tiene ese marco en su génesis, no hay una objetivo en recaudar nada en especial en el evento, ni se trata de presentar ninguna actividad preparada en el año por alumnos, existen otras instancias que genera la Institución con esos fines. Por el contrario la propuesta es “pasar el día juntos”, tan sencillo pero tan difícil en los tiempos que vivimos.


El campo de deportes además, como espacio natural, ya nos invita a cambiar la mirada. Nos da la oportunidad de encontrarnos en familia primero, muchas veces en familia ampliada con abuelos, tíos, primos… Sumando además el encuentro con otras familias, las cuales quizás se conozcan apenas de la puerta del Colegio, de alguna reunión de padres o (sin quizás) ¡del whatsapp!


Entonces comienzan a suceder cosas que rompen con nuestra sensación de “máquinas”: nos sentimos más distendidos, comenzamos a conocer a otros de los cuales apenas percibíamos su historia, nos permitimos compartir la nuestra, abrirnos, en definitiva ¡sentirnos más humanos!


Muchas veces decimos que nos pasamos la vida buscando nuestro “lugar en el mundo”. Las referencias más básicas están en la familia claramente, para un niño su mundo se limita o crece en relación a los movimientos de su familia; para el adolescente ya el horizonte comienza a expandirse a sus pares, sus amigos, su noviazgo… pero también a algunos lugares selectos que se transforman en “su lugar” en el mundo. Como institución queremos ser parte de esos “lugares selectos”, donde la familia se encuentra gratuitamente para darse tiempo.

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